Permitidme que os cuente la historia del señor Eladio Frías. Hombre del tiempo de profesión, cazador de copos por afición.
Viajaba siempre en globo, saltando de polo en polo, en busca de trozos de hielo con que llenar su colección.
Una bella estrella helada se encontró escalando un día la cima del Himalaya. Y en la misma expedición, pero bajando el K2, paró para guardarse dos.
Más peliaguda fue su caza en la lejana Groenlandia. Un esquimal enfadado, persiguió al señor Eladio, porque le había robado un trocito de su iglú.
Otra vez (esta vez fue en Suiza), mientras Eladio esquiaba se topó con un alud. Recogió, aquella vez, más de cien copos de nieve que guardó en su baúl.
En la Antártida, un pingüino, le hizo un regalo especial: una bola de nieve blanca que escondía en su interior una estrella coronada por diez puntas estrelladas.
Eladio no descansaba ni siquiera en vacaciones. Bajo un ardiente sol de playa, vació su granizado porque descubrió enterrada otra hermosa estrella helada.
Donde los copos caían, iba Eladio y recogía de cada país su tesoro. Su colección helada era tan desmesurada que su casa, toda entera, parecía una nevera.
Lo cierto es que el señor Frías buscaba la estrella más bella. Según decían, el copo, más que un puñado de nieve parecía un brillante helado.
Y fue en el mes de diciembre, que al regresar a su hogar, Eladio vio junto a su puerta un trozo de hielo especial. Descubrió, sobre la nieve, la estrella de Navidad.
Viajaba siempre en globo, saltando de polo en polo, en busca de trozos de hielo con que llenar su colección.
Una bella estrella helada se encontró escalando un día la cima del Himalaya. Y en la misma expedición, pero bajando el K2, paró para guardarse dos.
Más peliaguda fue su caza en la lejana Groenlandia. Un esquimal enfadado, persiguió al señor Eladio, porque le había robado un trocito de su iglú.
Otra vez (esta vez fue en Suiza), mientras Eladio esquiaba se topó con un alud. Recogió, aquella vez, más de cien copos de nieve que guardó en su baúl.
En la Antártida, un pingüino, le hizo un regalo especial: una bola de nieve blanca que escondía en su interior una estrella coronada por diez puntas estrelladas.
Eladio no descansaba ni siquiera en vacaciones. Bajo un ardiente sol de playa, vació su granizado porque descubrió enterrada otra hermosa estrella helada.
Donde los copos caían, iba Eladio y recogía de cada país su tesoro. Su colección helada era tan desmesurada que su casa, toda entera, parecía una nevera.
Lo cierto es que el señor Frías buscaba la estrella más bella. Según decían, el copo, más que un puñado de nieve parecía un brillante helado.
Y fue en el mes de diciembre, que al regresar a su hogar, Eladio vio junto a su puerta un trozo de hielo especial. Descubrió, sobre la nieve, la estrella de Navidad.
Kikirikic! · Número 1: Nadal · Desembre de 2008
Autora: Noemí Pes / Il·lustrador: Carles Ballesteros
2 comentaris:
Uoooo! Ja estic penjada al blog del Kikirikic!
Això si que fa ilusió!!!!!
Petoons!
Noemí
co corocó!!!
Força que això té molt bona pinta, nanos!!
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